Un murciélago meándome en la cara!

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El otro día me dirigí a la cama alrededor de las 8 de la tarde, como viene siendo habitual por estos lares. Que nadie se alarme. No es que me quede frita nada más tumbarme, sino que suelo leer por una horita antes de que se me caigan los párpados.

Así que allí estaba, en mi camita, debajo de la mosquitera leyendo tranquilamente cuando de repente, ¡noto que me empiezan a caer gotitas en la cara! Mierda, pienso pegando un brinco, me está meando el dichoso murciélago en la cara!.

Os preguntaréis por qué lo del “dichoso murciélago”. Y es que Frank, Matilda y yo compartimos la casa -en régimen de alojamiento sin desayuno- con un murciélago muy pertinaz. Lo echamos un día, y se nos cuela de nuevo en casa dos días después. En cuanto ve que dejamos una rendija abierta, vamos. Se ha convertido en una especie de juego por las dos partes. A ver quién es más persistente. De momento, vamos ganando por un par de partidas. Y es que a Frank, en tema de persistencia, no le gana ni Forrest Gump.

El hecho es que llevábamos un par de noches compartiendo habitación, lo que ya de por sí es molesto. No ya porque una se siente observada. Sino porque al tipo le da por revolotear por encima de la mosquitera en cuanto te metes en la cama. Así que estás leyendo el típico libro de acción. El asesino acechando a su victima entre las sombras y…Flap Flap Flap. Flap Flap Flap. El murciélago haciendo una pasada de reconocimiento. Vaya. Te intentas centrar de nuevo en el libro. La víctima intuye que la siguen. El corazón empieza a palpitar aceleradamente y…FLAP FLAP FLAP!!! Porras! Es que no me va a dejar en paz?

Pero retomemos la historia. El caso es que estaba leyendo esa noche en paz y silencio, para variar. Tan sólo se oía el repiquetear de la lluvia en el tejado y algún perro aullando a lo lejos. Vamos, lo normal. Cuando de repente noto las gotitas que me caen en la cara y pienso !Hasta aquí hemos llegado. Esto sí que no lo puedo tolerar!

Me levanto, cojo la linterna de cabeza y apunto al techo para localizar al culpable y echarle (literalmente) a escobazos o toallazos. Pero no veo nada. Enciendo las luces del techo y sigo sin localizar al culpable.

Hasta que de repente, me cae una gota justo, justo, justo en medio de la cocorota. Busco la fuente de la gota con la linterna y, para mi sorpresa me encuentro con que las gotas salen directamente del techo. FRAAAAAAAAAANK! Its raining on the bedroom! (Llueve en la habitación). Frank que estaba abajo fregando los platos, me grita de vuelta. Queee? Que está lloviendo dentro de la habitación, repito con las mismas palabras. Creo que piensa que es otra de mis frases raras en inglés o una de mis metáforas, pero sube despacito las escaleras por si acaso.

Efectivamente, tenemos goteras! JUSTO encima de la cama. Vaya, vamos a tener que mover la cama o dormir en otra habitación. Descartamos lo de dormir en otra habitación porque las camas son más pequeñas y básicamente Frank tendría que dormir con los pies colgando. Así que optamos por mover la cama. Lo anterior no tendría mayor repercusión si no fuera por el hecho de que la cama está construida con madera maciza de los trópicos y pesa más que una elefanta embarazada. Vamos, que no hay manera de levantarla y se arrastra con muchííííísimo esfuerzo.

Frank y yo nos preparamos para abordar la tarea. Parecemos dos combatientes de Sumo. Cada uno situado en una esquina opuesta de la cama. Piernas flexionadas y mirándonos a los ojos. 1,2,3 vamos HUHUHUHU. Empuja. Empuja. Empuja. Vamos. Vamos!.

Movemos la cama 3 cm. Venga, venga. Que esto va como un tiro!. Vamos otra vez. 1,2,3, AHHHHHHHHHHHRGGGG. Músculos en tensión. Pies firmemente anclados en el suelo, mientras empujamos la cama con todo nuestro cuerpo. Otros 3 cm.

Media hora más tarde y sudando como pollos, conseguimos mover la cama hasta la otra pared. Exhaustos, instalamos la mosquitera de nuevo, ponemos sábanas secas y, finalmente, puedo tumbarme de nuevo y retomar mi libro. Donde estaba? ah sí, el corazón le empieza a palpitar aceleradamente….

Para entonces, ya hacía rato que había dejado de llover fuera y dentro de la habitación.

Y del murciélago, no hemos vuelto a saber.

La elefanta en su nueva ubicación

7 thoughts on “Un murciélago meándome en la cara!

  1. Pobre murciélago…
    Ahora tendrá que buscar otro baño donde orinar a media noche.
    Pero como entrenador de gimnasia es muy bueno!
    Abrazos,

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  2. [The english translation button does not work. Workaround:
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