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…no sabes qué hora es….
O sí?
Ahora que estamos pasando nuestros días en casa, vamos aprendiendo las rutinas de los distintos animalillos que pasan por nuestro jardín. Casi que uno puede adivinar la hora por los sonidos que emanan de la jungla.
Son las 5 de la mañana, es todavía noche cerrada y nosotros estamos en el quinto cielo, pero los “Chirincocos” (Grey-necked wood rails) ya están dando la vara con su pipopipopipoparapipo po po po. Cuando parece que van cayándose y empiezas a dormirte otra vez, los muy canallas empiezan con su piropipopopopopo otra vez. Dale matraca. El tema es que no es que tengan un volúmen que hace palidecer de envidia al encargado de sonido del Sonar, sino que además, se animan los unos a los otros y al final tienes como cientos de piropopiopipoporopipos cantándote justo en el tímpano.
Al parecer, el escándalo no nos afecta sólo a nosotros, sino que también molesta (y mucho) a los aulladores que, como su propio nombre indica, empiezan a aullar.
Creo que os podéis hacer una idea. A las 5 de la mañana, está ya todo quisqui despierto por estos andurriales. Poco después, se empiezan a oir los primeros humanos, los motores de las motos de aquellos que ya salen para trabajar. En la distancia, se oye un pájaro con un canto melancólico, que no hemos logrado identificar todavía. Piuuuuuuuuuuuuu Piuuuuuuuuuuuuu. Parece la banda sonora de una peli de fantasmas.
Un tiempito más tarde, estamos en el porche desayunando. No somos los únicos. Con el “fresco” de la mañana, los pajarillos vuelan de árbol en árbol en búsqueda de semillas, frutos o insectos. Es una algarabía. Orioles de Baltimore (Baltimore Orioles), titiras (tityras), tángara azuleja (blue-grey tanagers), perlita tropical (gnatcatchers), …..
Frank y yo desayunamos entrecortadamente. Cuchara de muesli. Primáticos. Cámara. Libro de aves de Costa Rica. Otra cuchara. Ah, no! no llega a la boca. Hay otro pájaro nuevo. Uno azul con las piernas rojas. Donde? Allí. Donde porras es allí? Ves el Mango? Si. A la izquierda del mango, el arbol con las hojas grandes? Sí. El de detrás con las hojas pequeñas? Sí. Más o menos en la tercera rama a la izquierda. Sí. Vaya, acaba de volar…
El desayuno, dependiendo del espectáculo y la novedad del mismo, se puede prolongar por una hora. Uf! Son ya las 0800? Corriendo nos lavamos los dientes y nos sentamos en la mesa del comedor a trabajar. Pero no estamos solos.
Chiun Chiun. Dos balas verdes acaban de pasarnos por debajo de las narices. Parecen los cazas estelares (X-wing) de la Guerra de las Galaxias. Pero es un colibrí (Amazilia de cola rufa) persiguiendo a otro….por nuestro salón. Un ratito más tarde recibimos la visita de nuestro querido Gonzo (foto de la izquierda). Un colibrí Ermitaño piquilargo que se queda suspendido delante de nosotros durante un buen rato, como dándonos los buenos días, antes de irse al alimentador que hemos colgado del árbol de mango.
A lo lejos oímos las llamadas de los cucaracheros rivereños. A veces, de los aulladores o los monos ardillas. Casi todo el tiempo, de las lapas rojas. A las diez, cuando ya empieza a apretar el calor, se oye un canto que los lugareños dicen que anuncia que “YA-ESTA-EL-CAFE”. Nosotros que somos muy cumplidores, hacemos una pausa y nos tomamos un cafecito.
A eso de las 11 y hasta la 1, como si alguien hubiera dado a un interruptor, cesa todo el bullicio. Calma chicha. Vamos, ni las lapas abren el pico. Ah! Miento, siempre hay una palomita para amenizar la comida. pupurrruuuupu. En el cielo, los buitres negros se dejan llevar …
Terminamos de comer y a mí, entre el calor y el madrugón, se me caen los párpados…así que me retiro a mis aposentos a planchar la oreja. Juro por todo lo que más quiero que no comparto mis planes con nadie…pero chico, no sé cómo lo hacen pero tres nano segundos después de reposar la cabeza en la almohada, se instala un grupo de lapas rojas en el mango que hay delante de la habitación. GRAAAAAAAAA! dice una GRGRGRGRGRGRAAAAAAAAA contesta la otra.
El otro día había hasta cinco. Y digo yo,
a) Si están la una PE-GA-DI-TA a la otra, qué necesidad tienen de gritarse.
b) Si están calladas y tan monas hasta la 1, porqué tienen esa necesidad de hablar a grito pelado justo a la hora de la siesta…y la pregunta del millón…
c) Cómo saben en qué momento me voy a dormir??
La conversación de las lapas se prolonga toda la tarde. Mientras trabajamos, nos siguen visitando los colibrís dentro de la casa. El cola rufa persiguiendo a otro cola rufa. El cola rufa persiguiento al picolargo, el picolargo que le da esquinazo escondiéndose detrás del sofá y cuando no ve moros en la costa, sale pintando al alimentador. En fin, estamos muy entretenidos.
Y cuando empiezo a oir los primeros monos, es hora de cerrar el chiringuito. Son las cinco de la tarde. El sol está bajo ya y perfila la silueta de los aulladores, los ardilla y los capuchinos saltando de copa en copa. Es hora punta en la autopista de los primates.
Ya de noche, cenamos en el porche viendo las luciérnagas entre los árboles. De vez en cuando, sonidos extraños, hojas secas que se mueven y dos ojos que brillan con la luz del porche. Cogemos la linterna y, voilá, un oso hormiguero nos mira a los ojos antes de desaparecer en la maleza.
Son las ocho y se nos caen los párpados. Desde la cama oímos el canto de los grillos y los aullidos de los humanos cantando un karaoke en el bar del pueblo. Desafinan tanto que los aulladores han empezado a protestar, haciéndoles coro.
Y al final, silencio. Deben ser ya las 10 de la noche.
3,2,1… guau guau guau auuuuuuuuuuu…..el coro de ladridos no ha hecho más que empezar…. y quien dijo que los gallos cantan al salir el sol?? ….debe ser alguien que no ha vivido cerca de un gallo en su vida…Vaya nochecita nos espera….
THE FLIP FLOP LIFE 
One thought on “Un día cualquiera…”