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Perdón, he dicho que ya podemos disfrutar del silencio? Ha debido ser un lapsus.
4 am. o por ahí. Me despierta un gato maullando alrededor de la casa. Debe ser la gata callejera-residente de la que nos ha hablado el dueño de la casa, que por fín se ha dado cuenta de que hay inquilinos y quiere entrar…o que le den de comer. Me doy media vuelta y me vuelvo a cuajar.
5:22 de la mañana. Todavía es noche casi cerrada y me acaban de despertar los rugidos del mono aullador. Son puntualísimos. En cuanto la negrura espesa de la noche comienza a clarear, los monos aulladores empiezan su rutina de anunciar a bombo y platillo que ya es hora de despertarse. Me doy media vuelta y sigo dormitando. A mi lado, Frank duerme como un bendito, como si no fuera con él la cosa. Creo que no se puede creer que no tenga que dormir con los auriculares de cancelación de ruido. Y su tímpano al parecer cancela automáticamente los monos aulladores. En fin, me doy media vuelta y vuelvo a dormitar.
05:59 am. Mirrriauuuuu! Mirriauuuuu! Hay un gato restregando sus bigotes en mi cara. Purruuu Purruuu Purrruuuu. Vaya, va a ser hora de darle la insulina a Matilda y darle de comer. Y…tres, dos, uno…piuuuu piuuuuu piuuuu….suena la alarma. Pffffff! Salgo de la cama con un ojo medio cerrado y empiezo a preparar el glucómetro, las lancetas, la insulina y la comida.
Quince minutos más tarde estoy haciendo mis ejercicios de yoga. Frank, como os podéis imaginar, sigue sobando. Me ducho y salgo al porche a tomarme un café. Allí me espera Manchita, y una algarabía de pájaros de distintos colores y tamaños, saltando de rama en rama en búsqueda de algo para comer. Tuuuui, Tuuuui: purriii, purriii, ca ca ca ca ca; Fiiiiu. Fiiiiiu; Tsi, Tsi, Tsi (el colibrí).
Ahhhhhh! Por fín! ;-). El “silencio” que tanto buscábamos.
